Almirante Brown

“El bombardeo fue un acto de terrorismo de los sectores conservadores”

17 de agosto - En una entrevista profunda el Presidente del Concejo Deliberante, Mariano San Pedro, se refirió al bombardeo a Plaza de Mayo; la desaparición de Felipe Vallese y el particular clima político que se vive en el país.

¿Cuál es el significado que perciben como militantes en Felipe Vallese y lo que representa como primer desaparecido de la democracia?
Es una figura muy importante lamentablemente, porque hubiéramos preferido que no hubiera pasado por esa circunstancia, pero es una figura de la militancia del peronismo.
A cincuenta años de su desaparición, este es un justo homenaje de parte de sus compañeros de Almirante Brown; del Consejo Deliberante y del Partido Justicialista. Queremos aportar desde el Concejo Deliberante a que estos hitos de la historia argentina, que han sido ocultados por quienes administraron la historia hasta no hace mucho tiempo.
Es nuestro aporte para recordar a personajes como Felipe Vallese o hechos como el mismo bombardeo a Plaza de Mayo, que aunque uno los tiene muy presentes, una gran parte de la sociedad no los tiene incorporados como aberraciones de nuestra historia.
Todo sirve y suma para estos tiempos, que desde el gobierno nacional y el proceso político que lleva adelante, se cuestiona seriamente el relato que hemos tenido hasta el momento y por suerte desde la primera magistratura del estado nacional se tiende a revisarlo constantemente.
Sin dudas que Felipe Vallese, un joven peronista metalúrgico, de la JP, es un icono del peronismo; de la militancia; de la lucha y de la resistencia del campo popular.

El bombardeo del ´55 nos recuerda que nos es nuevo lo que hace hoy la prensa dominante en cuanto a desvirtuar con un mensaje sesgado la realidad.
Totalmente, porque el bombardeo fue un acto de terrorismo de los sectores conservadores de la Argentina para socavar el poder del peronismo y fue el primer paso para después echar a Perón del gobierno. Y después ocultaron tamaña aberración en el nombre de una supuesta democracia. Fue un intento de ocultación como se ha hecho desde el poder de cosas que sucedieron y que suceden. Nosotros desde nuestro lugar vamos a seguir apostando por un país mejor donde se puedan escuchar todas las voces para que la gente pueda elegir.

Lo que intentó instalar la historia oficial era el poner énfasis en las iglesias quemadas por encima de los bombardeos, como si el bombardeo fuera una reacción lógica a lo primero.
Lo que han hecho fue exaltar, exagerar y hasta inventar sobre los errores que cualquier gobierno tiene y demonizarlo. Por eso se hablaba del autoritarismo del General Perón y nunca se habló del autoritarismo de los gobiernos de facto que lo derrocaron. De igual manera la historia oficial lo demoniza a Rosas, y es porque fueron dos personas que en distintas épocas trataron de tener un país más justo y soberano. Se agarran de los errores que pudieron haber cometido para demonizarlos y ocultan los horrores que cometieron esos mismos demonizadotes en estos doscientos años.
Es una pelea interesante que no es de una sola persona sino de todo el pueblo argentino.
Lo cierto es que cada vez les cuesta más, independientemente de perder o ganar una elección, que la versión parcial y muy tergiversada de la historia sea la que el común de la gente acepte. Hoy ya no les es fácil y cada vez van a tener menos posibilidades de hacernos escuchar esa sola parte de la historia.
Estamos en un momento muy bueno de la Argentina con esta revisión de lo que nos ha pasado y este es un pequeño granito de arena como venimos haciendo desde que asumimos en el Concejo Deliberante para ayudar a que entre todos nos saquemos la venda de los ojos.

En un momento que los reveses en las urnas hasta los lleva a estos mismo grupos dominantes a desacreditar a la democracia, porque admiten que se obtuvo un 54% de los votos pero que igualmente este no es un gobierno democrático.
La verdad que contestar tamañas afirmaciones es muy difícil. Me parece más que es una demostración de la impotencia que sienten porque han estado acostumbrados a hacer y deshacer en el país, y ahora no pueden creer que ya hace ocho años, que de mínima van a ser doce, que este proceso nacional y popular haya sacado el 54% de los votos y genere conciencia social.
Afirmar que se puede comprar ese caudal de los votos es inadmisible y es algo que nosotros no hacemos ni hemos hecho cuando perdimos elecciones. Es la demostración de la impotencia de aquellos que creen estar predestinados para conducir el país porque a eso es a lo que estaban acostumbrados. No merece mucho análisis tamaña afirmación.

Tengo la percepción de una reaparición de ese odio visceral de clase que caracterizó a la oligarquía argentina a lo largo de nuestra historia.
Si, pero yo estoy tranquilo con respecto a que ese odio se va. Después puede haber mucha gente que circunstancialmente piense de una manera u otra, y uno tiene que animarse a conducirla y a explicarle. Pero ese odio visceral creo que por suerte está vivo solo en algunos pocos dinosaurios que todavía quedan en la Argentina.
Para hacer una evaluación inteligente hay que separar a un sector concentrado de estos personajes que expresan este odio y a algunos sectores de la sociedad que en determinado momento no comprendan o compartan la visión que nosotros tenemos del país. Hay que separar estos sectores para no volvernos refractarios a poder convencer a estas personas.
Creo que ese odio está presente en un sector muy pequeño de la sociedad, con una visión muy arcaica, pero que son muy poquitos.

El “que se muera la yegua” recuerda mucho a aquel “viva el cáncer”
Totalmente que uno se acuerda de eso, pero repito, es un pequeño sector que se esconde en Internet o en los medios en algún comentario, pero no creo que sean tantos. Yo no voy por la calle escuchando esos improperios. En la calle uno encuentra la adhesión de una gran parte del pueblo argentino a este gobierno, ese 54%, y otros sectores que no comparten nuestra visión de la Argentina pero que expresan sus diferencias con respeto.
Nosotros como dirigentes y como parte de este proceso, tenemos que dar la discusión, que no se termina nunca, ni empezó ayer ni se va a terminar mañana. Uno tiene que tener en claro que la discusión es permanente con la gente, con los vecinos y con los compañeros. Nosotros tenemos que seguir insistiendo con lo nuestro y explicarles el porqué de las acciones y si se comete algún error asumirlo y replantearlo.
Al odio en esos términos, en esta Argentina diferente, le queda muy poco tiempo de vida.

 
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